News: Unitarian Universalism in the News

A Holiday Message from UUA President Rev. Morales

As we enter into a new season of gratitude and giving, let's take a moment to reflect on our cherished holiday memories, and moments of seasons past. What are your most cherished holiday memories? I invite you to revisit those memories that warm your heart, that you treasure above all others.

As I've shared before, when I remember images of past holiday seasons, I recall special times in many places. In San Antonio as a child, in Northern California as a young adult, in Colorado as a minister. I think of homecomings-- my own, when I was young, then of my own children returning home. I recall church services with candle lights, singing, and warm embraces. I think of feasts with family and good friends.

Your memories will be different from mine, yet they'll also be the same. Our most cherished memories always involve being with people we love. Our special memories involve connecting and reconnecting.

When I think of my favorite memories, I'm also struck by what I do not remember. In this season filled with shopping, in both giving and receiving gifts, I realize that I don't remember what gifts I received years ago. I remember the people. I remember the looks on their faces. I remember the times we shared. I don't remember what we gave each other.

I realize looking back, that the people were the gifts. The gifts I remember were the love they gave me. The way they embraced me, and made me feel like I belonged, and I was special.

Our precious memories are wise, spiritual teachers. Our memories teach us about the deepest desires of our hearts. Our memories remind us of what deep down matters most to us.

There's another lesson our memories can teach us-- a lesson that's less obvious. If the love that we are given is what is precious, if the real gifts people have given us is themselves, then you and I are also gifts. You are a gift-- a precious, irreplaceable gift. When you express the love in your heart, you give something priceless.

But there's one more lesson our precious memories would teach us. You and I are a gift only if we give ourselves away. This holiday season, I have a special request to make. Give yourself away, take some time to renew relationships, reach out, share yourself generously, reach beyond your inner circle, reach out and love our wider community.

One of the great lessons all religions teaches us, is that we truly find ourselves only when we lose ourselves. When we reach out, and when we give ourselves away. Create new precious memories. Give yourself away. May this be a blessed holiday season for us all.

En Español

Nos acercamos a una nueva temporada de gratitud y generosidad, tomémonos un momento para reflexionar sobre nuestros entrañables recuerdos de la temporada, de las temporadas del pasado.
¿Cuáles son tus recuerdos más entrañables?
Te invito a reconsiderar estos recuerdos cálidos para tu corazón, aquellos que atesoras por sobre todos los demás.
Como he compartido anteriormente, al recordar imágenes de las temporadas anteriores, recuerdo momentos especiales en muchos lugares: en San Antonio, Texas, de niño, en el Norte de California como adulto jóven, en Colorado como ministro.
Pienso en el regreso a casa luego de mucho tiempo —en el mío propio de joven, luego en el retorno a casa de nuestros propios hijos. Recuerdo los servicios en la iglesia, las velas, los cantos y los cálidos abrazos. Pienso en las celebraciones con la familia y los buenos amigos
Tus recuerdos serán diferentes a los míos. Pero en un sentido serán quizás iguales. Nuestros recuerdos más entrañables siempre implican estar con la gente que amamos. Nuestros recuerdos especiales implican vincularnos y revincularnos.
Cuando pienso en mis recuerdos favoritos, también me sorprendo por lo que no recuerdo. En esta estación plena de compras, tanto de dar como de recibir obsequios, me doy cuenta de que no recuerdo los regalos que recibí hace muchos años. Recuerdo a la gente. Recuerdo las miradas en sus rostros. Recuerdo los momentos compartidos. No recuerdo los objetos que intercambiamos.
Me doy cuenta, al considerarlo retrospectivamente, que la gente fue el regalo. Los obsequios que recuerdo fueron el amor que me dieron, la manera en que me abrazaron y me hicieron sentir que pertenecía y era especial.
Nuestros recuerdos más preciosos son maestros espirituales sabios. Nuestros recuerdos traen consigo enseñanzas sobre los más profundos deseos de los corazones. Nuestros recuerdos nos hacen tener presente qué es lo que, en el fondo, es de verdad más importante.
Hay otra lección que nuestros recuerdos pueden enseñarnos —una lección menos obvia. Si el amor que damos es lo que resulta precioso, si los verdaderos regalos que la gente nos ha dado son ellos mismos, entonces tú y yo también somos regalos.
Eres un regalo —un precioso e irremplazable obsequio. Al expresar tu amor de corazón das algo invaluable.
Ah, pero hay una lección adicional que nuestros recuerdos más preciosos podrían enseñarnos. Tú y yo sólo somos regalos si nos damos plenamente.
En esta temporada tengo una solicitud especial que hacer. Da de ti. Tómate algún tiempo para renovar tus relaciones. Escucha y ayuda. Compártete generosamente. Alcanza más allá de tu círculo íntimo. Alcanza amorosamente a nuestra comunidad mayor.
Una de las grandes lecciones que todas las religiones enseñan es que realmente nos encontramos a nosotros mismos sólo al perdernos, al alcanzar a otros, al darnos plenamente.
Crea nuevos recuerdos preciosos. Da de ti plenamente.
Que sea esta una temporada de bendición para todos nosotros.